sábado, 26 de octubre de 2013

Ley de Educación: Manifiesto.-


Manifiesto Ley de Educación.-


Desde el inicio de nuestro iter en democracia se han promulgado diversas leyes que, con mayor o menor fortuna, han tratado de orientar el sistema educativo en nuestro país.

En todas ellas es posible encontrar un “denominador” común: han dado respuesta a las ideologías, creencias y/o intereses del partido político que ha “diseñado” y aprobado cada uno de los textos normativos.

Sectores de la ciudadanía y de la comunidad educativa, -generalmente en la oposición al partido de turno-, se han mostrado beligerantes con unos “diseños” u otros. Desde la LOCE, de 1980, hasta la LOMCE, de reciente aprobación, han sido contestadas o reprobadas las distintas leyes que han entrado en vigor o, incluso, la que no llegó a entrar.

Los “frutos” de este auténtico despropósito a nivel normativo, los estamos recogiendo desde hace ya demasiados años: un elevado índice de fracaso escolar, así como una ignorancia supina, -empleando una expresión muy del gusto de un “viejo profesor”-, en un elevado número de jóvenes que llegan a nuestras universidades.

Es, desde mi perspectiva, lacerante que, traspasada ya la barrera del segundo lustro del siglo XXI, la ciudadanía de este país sigamos permitiendo que la educación de nuestros niños y jóvenes continúe siendo un “casus belli” entre las distintas formaciones políticas; que siga siendo una materia al servicio de esas ideologías, creencias y/o intereses que comentaba más arriba.

Ya no es sólo el momento de salir a las calles para protestar por unos recortes o los contenidos de carácter restrictivo que pueda tener una determinada ley, -que también hay que hacerlo-, sino de exigir con contundencia a nuestros representantes políticos un texto normativo que dé respuesta a las necesidades de los educandos y no a los distintos intereses de los partidos políticos.

Con contundencia no quiere decir con violencia, sino con la autoridad y el poder que dimanan de la soberanía, de la que somos titulares los ciudadanos y ciudadanas de este país.

No podemos seguir consintiendo, -no ya por nosotros, sino por quienes están llamados a sucedernos-, que un sector de nuestros representantes políticos impongan una ley de educación manifiestamente contraria a los intereses generales de la mayoría de la ciudadanía; ni podemos seguir consintiendo que otros sectores de nuestros representantes políticos manifiesten que la ley nace con una determinada “fecha de caducidad”.

No podemos seguir consintiendo que una norma que regula materias que son fundamentales en el acervo de un país, continúe siendo una simple “arma arrojadiza” en las disputas de nuestros negligentes representantes políticos.

Y somos nosotros, los ciudadanos y ciudadanas de este país, los que podemos poner remedio a una situación, para mí, tan bochornosa.

Somos nosotros, los ciudadanos y ciudadanas, quienes les podemos exigir a nuestros representantes políticos que habiliten las vías necesarias para que la próxima ley de educación sea una norma consensuada y aceptada por todo el espectro político y, especialmente, por la ciudadanía.

Una norma cuyo objetivo fundamental sea la formación integral de nuestros educandos, tanto a nivel profesional como a nivel personal; en esta última vertiente, como ciudadanos y ciudadanas que conforman y conformarán nuestra sociedad del siglo XXI.


Una norma que consolide en nuestro sistema educativo una enseñanza que no sólo les forme a nivel intelectual o técnico, sino que fomente entre nuestros niños y jóvenes la cooperación, la solidaridad y la participación en la gestión de lo que es patrimonio de la ciudadanía.

Una norma que destierre de una vez materias cuya docencia o adoctrinamiento tienen su espacio en las familias, las sacristías o en el seno de cualquier creencia u orientación religiosa.

De esta manera, proponemos la eliminación del currículo de cualquier asignatura que desarrolle la enseñanza de cualquier religión o creencia, integrando en el mismo una asignatura troncal, -desde la Enseñanza Primaria hasta los estudios universitarios-, que forme a los educandos en la línea que comentaba en un párrafo anterior.

Tal vez así, aquellos que están llamados a sucedernos, conocedores de sus derechos y obligaciones, no tengan que esperar más de treinta años para expresar la rotunda oposición ante las veleidades de nuestros representantes políticos.


Pedro L. Alcántara

Imágenes:
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                      www.ugr.es



sábado, 19 de octubre de 2013

La Iglesia Católica frente a Jesús de Nazaret o la SICAR frente a la Palabra.-

  "Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme". (Mateo 19, 21)

He invertido varias horas en tratar de localizar en los escritos denominados Evangelios, alguna referencia a la celebración de determinados eventos que son habituales en los rituales católicos, tales como las procesiones de imágenes, ofrenda florales, etc...Pero, -tal vez porque no he sabido buscar adecuadamente-, no he conseguido encontrar nada que haga referencia a ello.

Lo más parecido que he podido hallar, han sido las palabras que, -según los textos consultados-, Jesús de Nazaret pronunció en el transcurso de la denominada "última cena": "Haced esto en conmemoración mía".

Tales palabras las entiendo como un mandato a sus seguidores para que realicen, en comunidad, ese acto que se ha constituido en el núcleo fundamental de la creencia cristiana y, por ende, católica. No soy capaz de inferir de tales palabras el mandato para construir imágenes, sacarlas en procesión u ofrendarles flores.

Sin embargo, sí que existe un pasaje en el que Jesús Nazaret sale en defensa de una mujer que había gastado una importante suma de dinero en unos perfumes para aplicar a los pies del Maestro, cuando uno de sus seguidores recrimina a la mujer por no haber destinado esa importante cantidad de dinero a socorrer a los pobres.

Jesús le dice a su discípulo que lo que hace la mujer está bien, ya que él no estará siempre entre ellos y los pobres siempre estarán. Parece que lo que trata de transmitir Jesús de Nazaret con tales palabras es que estando él, -en presencia física-, entre sus seguidores, es adecuado que se invierta ese dinero en perfumar sus pies; pero, una vez que no esté, serán los pobres los que han de ocupar ese lugar.

Y ya que hablo de los pobres, sobre ellos sí que he encontrado muchas referencias en los Evangelios. Parece deducirse de tales textos que los pobre eran un colectivo de personas a las que Jesús de Nazaret tenía en gran estima; tanto que la gran mayoría de sus seguidores pertenecían a él.

Cuando algún joven rico se acercaba para intentar seguirlo, solía desistir porque aquel mandato: "Véndelo todo, entrégalo a los pobres y sígueme", no era entonces, -ni es ahora-, fácil de cumplir.

En conclusión, los Evangelios no son fuente adecuada para buscar el origen de los eventos inicialmente reseñados, supongo porque éstos no forman parte de lo que se denomina "palabra de Dios". Luego si su institución no se puede asignar a Jesús de Nazaret, tendremos que pensar que la responsabilidad es de los "pastores" que guiaron al "rebaño" en los siglos posteriores.

Siempre he sostenido que es a partir del año 313 de nuestra era, con el denominado "Edicto de Milán", cuando aquella nueva corriente religiosa procedente de Oriente Medio, empieza a construir los pilares de lo que hoy conocemos como Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en adelante, SICAR.

Pero también es el principio del progresivo abandono de la corriente filosófica que subyacía en lo que denominamos "doctrina cristiana"; iniciándose una nueva "filosofía" que ha impregnado, -y sigue impregnando-, durante veinte siglos a la SICAR.

Esa "nueva filosofía", sin lugar a dudas, a partir de febrero del año 380, -al declarar el emperador Teodosio el cristianismo religión oficial del imperio-, se empieza a nutrir con mayor eficacia, -ya se llevaban bastantes decenas de años acudiendo a ellas- de fuentes que eran propias de la civilización romana.

Por un lado, la representación de los dioses mediante esculturas, bajorrelieves, pinturas, etc...; y, por otro, la incorporación del concepto dualista "poder temporal-poder divino". Recordemos a los faraones egipcios y a los propios emperadores romanos.

De ahí, a instaurar ritos, -basados en los que existieron en el imperio u otras civilizaciones de la cuenca mediterránea-, no hubo más que determinados intereses de los que "pastoreaban el rebaño", que asumían con gusto esa nueva situación de poder a la que habían sido elevados.

A partir de aquí, ¿qué les puedo contar que no sepan?. Siglos en los que la SICAR fue imponiendo su poder al "rebaño" y a los que se consideraban líderes del mismo. Siglos de oscurantismo, -del que aún no hemos salido-, y  de atroces barbaridades, -de las que aún estamos sufriendo las consecuencias-, realizadas en el nombre de Dios, sin que Dios tuviera nada que decir.

De esa manera, aquella filosofía del cristianismo primigenio, aquella filosofía que consideraba a los pobres los herederos de Jesús de Nazaret, sucumbió frente al inmenso poder, a la corrupción, a los intereses y al despotismo de los nuevos "pastores"...Los "pastores" de la SICAR.

Por ello, llevo años sosteniendo que la SICAR es una aberración de aquel cristianismo primigenio, de aquella filosofía que transmitió Jesús de Nazaret.

Desde tal perspectiva no resulta difícil entender que los "pastores" actuales de la SICAR, no solo permitan, sino que fomenten ritos y tradiciones que son absolutamente contrarios a la que ellos denominan "Doctrina de Jesús".

No con esta amplitud, comentaba hace unos días el asunto con uno de los "grandes pastores" de la SICAR.

Le decía que no entendía cómo era posible que se permitiese y fomentase una ofrenda floral a la Virgen del Pilar, a la que se destinaron, -según los cálculos que he podido hacer con los datos obtenidos en los informativos-, más de UN MILLÓN DOSCIENTOS MIL EUROS, -sólo en flores-, cuando existen en Zaragoza, -y cualquier otra localidad española-, miles de personas, muchas de ellas niños, que están literalmente pasando hambre.

Y hay cientos de ofrendas a vírgenes, cristos santos y el sursuncorda, en todo el territorio nacional a lo largo del año.


Le instaba a que, -como ya se hizo en alguna parroquia el año pasado-, los "importantes pastores" de la SICAR, recondujesen al "rebaño", -mediante "pastorales"-hacia posturas más próximas a la "Doctrina de Jesús", sustituyendo la ofrenda floral por una ofrenda de artículos de alimentación u otros bienes necesarios para esos herederos de Jesús: los pobres.

Es posible que los "corderos" sean ya difíciles de reconducir. Es lo que ocurre cuando los "pastores" no sólo no se ocupan de eliminar tendencias inapropiadas, -inapropiadas, ¿para quién?-, sino que las fomentan.


Y, ¡claro!, después ocurre lo que ocurre: Moisés coge un cabreo de espanto cuando baja del monte y no se le ocurre otra cosa que estrellar contra las rocas las "Tablas de la Ley" o, más recientemente, el mismo Dios se ve obligado a desalojar el templo látigo en mano, porque "el rebaño" lo está profanando con sus mercadeos.

Y, para terminar, una pregunta: ¿qué se está profanando hoy?. Para mí, la respuesta es muy clara: eso que la SICAR denomina "la palabra de Dios".

Pedro L. Alcántara
  pedroleopoldoalcantara@gmail.com                                                                                                                                         facebook.com/pedroleopoldo.alcantara                                                                                                                          https://twitter.com/PedroLeoAlcanta                    

P.S. Respeto todas las opiniones, ideologías y creencias. No he tratado de hacer una gratuita crítica de la SICAR como institución, sino de la absoluta falta de coherencia entre lo que se hace realmente y lo que se debería hacer de seguirse la prédica de Jesús de Nazaret, -según lo que he podido leer en los escritos denominados Evangelios-. Pero, en todo caso, cada uno es libre de actuar como considere más adecuado.



miércoles, 16 de octubre de 2013

Anoche tuve un mal sueño.-

Anoche tuve un mal sueño. 

Soñé que los ciudadanos habíamos sido recluidos en nuestras viviendas, centros de trabajo y otras estancias. Me encontraba, junto a quince o veinte personas, para mí desconocidas, en un amplio edificio, -que, desconozco la razón, identificaba con el I.E.S. "Padre Suárez" de Granada-. Llegó, malherida, otra persona, a la que acomodamos sobre un camastro que encontramos en un rincón.

Propuse a mis compañeros y compañeras que saliésemos a la calle, pero se negaron. Unos aducían que allí estaríamos más seguros; otros, que no podíamos incumplir la orden de la autoridad; otros, en fin, que ya se habían acostumbrado a estar allí y no merecía la pena arriesgarse para conseguir nada.

Bajé las amplias escalinatas que conducen a la salida y encontré cerrada la inmensa puerta de madera. Después de algunos minutos de reflexión, encontré la manera de abrirla.

La calle, -Gran Vía de Colón en mi sueño-, estaba casi desierta. En algunas esquinas grupos de policías, pertrechados con material antidisturbios, vigilaban. Era mediodía, pero la calle estaba casi en penumbras; sólo pequeñas zonas estaban algo iluminadas.

A lo lejos, pude observar un grupo de edificios, -que identifiqué como el Congreso de los Diputados, Parlamentos Autonómicos, Diputaciones, Ayuntamientos y otros-, que no solamente estaban perfectamente iluminados, sino que la zona en la que estaban ubicados resplandecía bajo el sol del mediodía.

En mi deambular por aquellas calles oscuras, vi a gran número de personas que se hacinaban en pequeños espacios del subsuelo. Lo habían perdido todo; ni siquiera tenían un espacio digno en el que refugiarse.

También encontré a otros grupos de personas que se habían atrevido a salir. Unos grupos pretendían llegar hasta la zona iluminada y obligar a quienes la habitaban a abandonarla; lo intentaron, pero en tan reducido número, que a los policías no les costó demasiado esfuerzo rechazarlos.

Otros, se conformaban con proferir consignas contra los que habitaban en la zona iluminada, pedir camastros, alguna comida, frigoríficos para conservarla  y unas pocas velas para iluminarse. Había otros grupos que, de vez en cuando, con banderas y estandartes, haciendo gran alarde de su pretendida fortaleza, recorrían algunas calles. Sus dirigentes, formaban parte de aquellos que residían en la zona iluminada.

Algunos ciudadanos y ciudadanas se atrevían, a veces, a mirar, desde los sórdidos ventanucos de los edificios, lo que sucedía en la calle; pero seguían sin tener voluntad para salir. 

Expliqué una y otra vez que era necesario que todos aquellos grupos se uniesen y no sólo para pedir camastros, comida, frigoríficos o velas, sino, especialmente,  para "cortar" la energía que alimentaba la zona iluminada y restablecer la iluminación en el resto de la ciudad.

Les expliqué que era necesario hacer ver a la ciudadanía que languidecía tras aquellos sórdidos ventanucos, que no sólo podían salir a la calle, sino que la  "Central de Energía" es de su propiedad y tienen, -tenemos-,  el poder suficiente y necesario para poner fin a las arbitrariedades de los que habitan en la zona iluminada, reconduciéndolos hacia el camino que hace tiempo abandonaron...o que nunca quisieron tomar.

Pero nadie me quiso escuchar.

Pedro L. Alcántara
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