domingo, 13 de abril de 2014

De las marchas del 22M a las elecciones europeas.-

Desde hace ya casi dos años, he venido postulando la necesidad de la convergencia de los distintos movimientos de base ciudadana que han surgido por toda la geografía del país, especialmente, tras la movilización que conocemos como 15M.

Las experiencias vividas en ese tiempo me han llevado a una posición moderadamente pesimista sobre la posibilidad real de esa convergencia; es más, en determinados momentos, "desesperanzadamente", -valga el neologismo-, pesimista. 

Aquellos primeros intentos para buscar esos mínimos comunes que conformasen puntos de encuentro de organizaciones como el propio 15M, Frente Cívico "Somos Mayoría", Democracia Real Ya y algunos otros, se vieron abocados al más estrepitoso de los fracasos.

Transcurridos lo meses, se empezaron a conformar diversas corrientes que integraban a personas que, como el que este artículo suscribe, pensábamos que ese cambio de modelo político que propugnaban la mayoría de los movimientos ciudadanos, en las circunstancias sociopolíticas existentes, sólo era viable desde las propias instituciones del sistema político en el que estamos inmersos.

Un número considerable de militantes de todos los movimientos anteriormente citados y muchos otros, nos empezamos a organizar para conformar una plataforma electoral de base ciudadana. Pero una, vez más, no ha sido posible llegar a la convergencia, de manera que han ido surgiendo diversas formaciones políticas de nuevo cuño, todas de base ciudadana, incapaces de conformar aquella plataforma electoral única que postulábamos meses atrás.

Al día de hoy, contamos con partidos, agrupaciones y plataformas electorales que, defendiendo básicamente los mismos valores, caminan por separado hacia las próximas elecciones europeas. Así, Partido X, Podemos, Renovación Democrática Ciudadana, Agrupación Electoral Recortes Cero y otras tantas, presentarán sus propias listas la semana próxima.



El pasado 22 de marzo confluyeron en Madrid las denominadas "Marchas por la Dignidad", en las que se consiguió la convergencia de personas pertenecientes a un número considerable de movimientos ciudadanos, asociaciones, agrupaciones, partidos emergentes y sin filiación alguna, que consideraban inaplazable un profundo cambio en nuestro modelo político.

Si bien es cierto que hubo algunas pequeñas "desavenencias" entre determinados grupos, que optaron por separarse de la movilización principal, no lo es menos que, en torno a un millón de personas actuando como una sola voz, dejaron constancia en las calles de Madrid de esa necesidad de cambio.  

Tristemente, como suele ocurrir en este tipo de acciones, un grupo de vándalos, -cuyo origen e intereses no ha quedado suficiente probado, pero que sean los que fueren, condenamos con total contundencia-, junto a determinadas actuaciones de las Fuerzas de Seguridad, -que condenamos con igual contundencia-, sembraron esas calles de Madrid de una violencia absolutamente innecesaria.

Pensé que la citada convergencia podría ser, de alguna manera, acicate para que todas esas formaciones políticas de nuevo cuño se esforzasen en conseguir acuerdos para presentar una lista electoral unitaria de base ciudadana para las elecciones europeas. Pero, en contra de lo que dice el epitafio de la tumba del que fuese Presidente del Gobierno en los primeros años de la Transición, "la concordia no fue posible".

Nos vamos a encontrar, en consecuencia, ante unas elecciones europeas a las que presentaran candidaturas varias formaciones políticas de base ciudadana. ¿Qué puede hacer la ciudadanía ante tal despropósito ?.

Lo más probable, pienso, será que se produzca una significativa dispersión del voto, con un marcado beneficio para los partidos que en los últimos treinta y cinco años, han convertido, -con el consentimiento de toda la ciudadanía, (hemos de asumir nuestras responsabilidades)- nuestro sistema democrático en una auténtica pocilga. 

Como decía anteriormente, la semana próxima se presentan las candidaturas..."Alea iacta est".

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