martes, 6 de diciembre de 2016

Reflexiones de un podemita.-

Para el próximo mes de febrero está prevista la segunda Asamblea General, que, con poco acierto, según mi criterio, se ha denominado "Vista Alegre 2".

¿Por qué digo con poco acierto?. La experiencia del período transcurrido desde aquella primera asamblea, hasta este momento, nos ha enseñado que las líneas de acción y actuación que se han seguido, no han sido las más adecuadas para conseguir unos objetivos que, en los primeros "balbuceos" del partido, considerábamos irrenunciables:
1º A nivel de organización,  construir una formación política sólida, con una democracia interna fuera de toda duda, en la que nosotras/os, -los círculos, las bases, el pueblo en definitiva-,  tuviésemos la voz y el voto.
2º  Llegar a las instituciones con una mayoría suficiente para iniciar el profundo cambio en nuestro modelo político, económico y social.

Al día de hoy, según mi criterio, Podemos no es una formación política muy distinta a los partidos tradicionales. Los distintos procesos electorales que se han sucedido en los últimos dos años y medio, nos han abocado a convertirnos en aquello que, ya en el Movimiento 15M, combatíamos con tanto ahínco. 
En esos procesos hemos ido perdiendo nuestras "señas de identidad", aquellas que se recogían en el manifiesto "Mover Ficha". Y, desde "las élites" del partido, se ha tratado de justificar esa "deriva", aduciendo que los procesos electorales nos obligaban a actuar así.

A nivel interno, ¿qué tenemos al día de hoy?. Desde mi punto de vista, tenemos una profunda división, que empezó a fraguarse la misma noche en la que se clausuró la Asamblea de Vista Alegre.
Aquella primera Asamblea General, que hubiese debido dar cohesión y unidad al partido, fue el germen de las distintas corrientes críticas que surgieron en los meses subsiguientes, desde Andalucía, hasta la cornisa cantábrica. Y ello por el proceder de "unas élites", que, en muchos casos, antepusieron sus propios intereses, -personales o de grupo-, a los intereses de todas aquellas personas que depositaron su confianza en una nueva formación política que, aunque Juan Carlos Monedero lo haya negado públicamente, "había bebido de las fuentes del Movimiento 15M"-   

¿Que obtuvimos?. Obtuvimos, bien es cierto, cinco escaños en el Parlmento Europeo; pero también es cierto, obtuvimos la ruptura con unos de los principios que hubiesen debido informar todo nuestro quehacer político: hacer política desde las bases. 
Los círculos, en gran medida, perdieron ese protagonismo que todas/os esperábamos tuviesen, quedando relegados a una figura desprovista de cualquier capacidad de decisión. El poder se concentra en "las élites", ya sea a nivel estatal, autonómico o municipal. Son los Consejos Ciudadanos los que, actuando, en la gran mayoría de los casos, a espaldas de las bases, toman las decisiones, que, por otra parte, vienen "diseñadas" desde la cúpula del partido.

Los inscritos, las bases, el pueblo, obtuvo una manera de "participación", en los procesos de "maduración"  del partido, un tanto singular: votar a través de las redes sociales aquello que "las élites" proponían. Y, resulta grotesco, que a muchas de esas votaciones se les denominase "asambleas". 
Esa ha sido otra de las carencias que nuestro partido ha tenido en estos años: las asambleas presenciales, por ejemplo, a nivel municipal, han brillado por su ausencia, toda vez que el Consejo Ciudadano de turno permanecía "enrocado", en su "área de confort", desoyendo, una y otra vez, las pretensiones de los círculos, inscritas/os, bases y el pueblo.
Por otra parte, el proceso de las elecciones primarias pronto se convirtió en una "gran falacia", ya que las listas venían diseñadas, -e impuestas-, desde el "órgano de poder correspondiente", cuando no de la propia cúpula del partido.

Desde el punto de vista de nuestras acciones en las instituciones, creo que hemos de reconocer que se han cometido grandes errores, si bien, también es justo reconocer que se han conseguido algunos logros. Errores imputables, en su mayoría, a esa "cúpula", que, en los albores de nuestro "estreno" en "la arena parlamentaria estatal", también empezó a "hacer aguas". Errores, por otra parte, que nos llevaron a perder casi un millón de votos en las elecciones generales del pasado mes de junio.

Pienso que difícilmente se puede estar "en los problemas reales de la gente", -y, menos aún, darles alguna solución-, si no tenemos la capacidad de afrontar con decisión, y buscar soluciones,  los problemas internos de la propia organización. 
En los últimos años nos hemos dejado "arrastrar" por unos acontecimientos que nos han ido superando, -hasta llegar a la actual situación-, porque, -a nivel general-, no hemos tenido capacidad más que para adoptar "las tácticas del avestruz", rehuyendo, una y otra vez, afrontar esa realidad que ha venido resquebrajando, -hasta culminar en la ruptura actual-, "un edificio construido sobre cimientos de arena". 
Constatar tales hechos y tratar de hacer llegar a las/os interesadas/os esas reflexiones, no con ánimo de crítica destructiva, sino con la intención de que entre todas/os trabajemos para buscar soluciones que vengan a hacer de Podemos una formación política que genere, de nuevo, confianza e ilusión, no entiendo que sea "mirarse el ombligo". 

Hemos de superar esos posicionamientos que nos están dividiendo, ¡-ya está bien de pablistas, errejonistas, anticapitalistas, etc...!- y buscar las vías que nos conduzcan a conformar una organización sólida, coherente y que de verdad sea una alternativa a la política que se ha seguido en este país en los últimos treinta y ocho años. 

Respecto a las ambiciones personales, sería muy deseable que, quienes las tengan, se pregunten a sí mismas/os por qué y para qué están en Podemos. Insisto en una idea que ya esbocé anteriormente: Aquí no estamos para tratar de medrar a título personal, actitud que tanta repulsa nos producía,- y nos sigue produciendo-, en las personas que integran esas formaciones políticas que hemos denominado "casta"; aquí estamos, -al menos, en mi caso-, para tratar de establecer un modelo político que gestione la "Res Publicae", lo que es de todas/os, de la manera más eficaz, justa y transparente posible, dando voz y voto, -en el contexto de una democracia participativa-, a quienes son las/os legítimos titulares de lo Común, es decir, todas y todos.


¿Y esa asamblea prevista para febrero se pretende que sea una "Vista Alegre 2?. No, cambiemos el nombre; pero sobre todo, hemos de cambiar la manera en la que se ha venido construyendo Podemos desde aquella asamblea de triste recuerdo. 

Reflexiones de un podemita

Fuente: Post en Podemos










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